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¿Cuánto dura la estructura de mi casa?

¿De qué depende la durabilidad de una estructura? ¿Quién puede saberlo? ¿Puede actuar cualquiera sobre la estructura?

Recientemente, un gran amigo ha visto como una casa en la que se veía retirado de mayor – todavía nos quedan más de 30 años para eso – ha mostrado una serie de daños que requerían una actuación inmediata para asegurar la vivienda y una solución de los problemas para el largo plazo.

La ferralla de las viguetas (los nervios) ha visto mejores momentos

Hablando con mi amigo, me he dado cuenta de que la mayoría de la gente que no está vinculada técnicamente a la edificación ve su vivienda como un bien imperecedero. Hay quien contempla alguna actuación de mantenimiento estético (cada X años cambio los baños y la cocina), pero casi nadie piensa en la estructura:

“Total, si el Panteón de Agripa lleva 2000 años en pie, mi casa seguro que dura, al menos, tanto como yo.”

¿Por qué tenemos interiorizado el mantenimiento en los coches y no en nuestras casas? ¿habría que inventar un pilotito en la entrada de las casas que avise de ir al taller? Ya sé que hay una Inspección Técnica de Edificios obligatoria por ley, pero aún así la mayoría no se realiza. Y las que se realizan se hacen como churros por el precio al que se venden.

¿Veremos un testigo así para las casas?

Sin entrar en tecnicismos como frentes de carbonatación, potenciales de corrosión, resistividad del hormigón, velocidad de corrosión, cloruros, etc, me gustaría indicar los principales factores (hay otros), que influyen en la durabilidad de las estructuras:

AÑO DE CONSTRUCCIÓN: Por supuesto esto nos dice cuánto ha vivido ya la estructura, pero nos dice más cosas. Nos puede indicar qué materiales se usaban en la época, sistemas constructivos, tipología de forjados, recubrimientos, defectos ya conocidos de esa época, etc.

AMBIENTE: Es evidente al ojo no experto, una estructura está más expuesta en primera línea de mar que en un pueblo en la Mancha. No es lo mismo un parking que un ático.

MATERIAL: Aunque hablo todo el rato de estructuras de hormigón por ser las más extendidas en edificación, la madera, el acero, la piedra, el adobe, o incluso el cartón, tienen otro tipo de problemas que hay que conocer. Por supuesto, influye la calidad del mismo.

DISEÑO: La forma de la estructura puede dar lugar a acumulaciones de agua, o a dejar expuestas zonas de la estructura que con otro diseño estarían protegidas.

TIPO DE USO: No es lo mismo un edificio de oficinas que ha estado en constante remodelación que una masía de un payés que ha pertenecido a una sola familia.

¿Cuánto dura la estructura de mi casa? Depende

Hay toda una serie de variables que hay que tener en cuenta, datos que hay que tomar y ensayos que realizar para poder valorar la vida útil de una estructura. Lamentablemente no puedo responder a la pregunta del título sin un: “consulte a un profesional cualificado”. Pero para tener una idea del orden de magnitud, y simplificando mucho, la EHE-08 dice que las estructuras se proyectan para 50 años (que no quiere decir 50 años sin mantenimiento, ni que no puedan durar más), pero eso nos da una idea de la esperanza de vida de las construcciones modernas. Hay muchos ejemplos de estructuras de hormigón reparadas/rehabilitadas correctamente.

Rehabilitación del Paraguas de Ildefonso Sánchez del Río (2018). Derrumbe de la pasarela del puerto de Vigo por mantenimiento deficiente (2018)

En este momento me gustaría recordar lo que bien dice mi admirado Juan Carlos Arroyo (@jc_arroyo), ¿os imagináis un quirófano sin cirujano o una cabina de avión sin piloto? Pues eso mismo pasa más a menudo de lo que la gente se cree cuando se habla de estructuras.

En la instrucción de hormigón EHE-08, se indica que los proyectos deben incluir un Plan de Inspección y Mantenimiento para toda la vida útil. Y es que, volviendo a Juan Carlos (lo siento, es lo que tiene ser un referente… que te usan de referencia), un ingeniero estructural que se precie de serlo es algo más que un calculista.

No voy a entrar en discusiones sobre si cobramos poco o muy poco por esta labor que conlleva una gran responsabilidad. Sin embargo, sí me gustaría dejar claro que el profesional que se dedica a esto se forma de manera continua en un campo con poco margen de error, tiene que estar al tanto de las investigaciones y avances de la técnica, adquirir experiencia y, «jugando» con el coeficiente de seguridad, especificar unas actuaciones que den como resultado una estructura segura y duradera (por X años). El cliente pone en nuestras manos su bien (posiblemente) más preciado. O al menos el más caro y le debemos profesionalidad. En cierto modo, y salvando las distancias, somos como un médico que tiene que averiguar qué le pasa al paciente con los síntomas que nos indica. Recordando a Forges

Pues bien, volviendo a mi amigo, me contaba que las reparaciones que le habían indicado que necesitaba su casa se podían dividir en dos: unos que querían trabajar como fuera, poniendo pilares, quitando forjados y arreglando cuatro cosas con pintura (incluyendo la ferralla), y otros que le decían que no podía hacer nada y que mejor tirar la vivienda. Y ante esta situación, me llamó sumido en un mar de dudas. A mí se me ocurrió pedirle las justificaciones que le hubieran entregado para hacer una cosa u otra, pero para mi sorpresa (en realidad no tanta), no había nada de nada. Se trataba de un grupo de “profesionales” que daba su opinión sin ningún dato en el que basarse más allá de “esto ya lo he visto yo”. Me vinieron a la cabeza dos personajes…

¿Y si implantamos un código deontológico para la construcción? Yo ahí lo dejo…

Para acabar, un dato, en 2011 el parque de viviendas de nuestro país era de unos 25 millones. Un 22% tenía más 50 años y un 65% más de 30 años. Y además, casi 1 millón de viviendas en condiciones deficientes se usaban como vivienda habitual (estas condiciones deficientes no hablan solo de estructura). Creo que nos podemos hacer una idea ya de la magnitud del problema que viene.

Un profesional cualificado en tu vivienda te quitará dolores de cabeza (cualificado no como sinónimo de títulos, sino de competencia)

 

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